Hasta hace pocos años, las lámparas “ahorradoras” tenían algunos inconvenientes y limitaciones, heredados de la tecnología del tubo fluorescente clásico. Las lámparas fluorescentes compactas actuales han mejorado ostensiblemente la tecnología fluorescente inicial, gracias a la electrónica y la enorme mejora de los compuestos luminiscentes, emitiendo hoy día el doble de luz que un tubo clásico rectilíneo usando la mitad de la energía.
Presentadas mundialmente a principios de los años 80’s, las ventas de las lámparas fluorescentes se han incrementado constantemente debido a las mejoras en su funcionamiento y la reducción de sus precios. El más importante avance en la tecnología de las lámparas fluorescentes ha sido el reemplazo de los balastos magnéticos o cebadores por los del tipo electrónico. Este reemplazo ha permitido la eliminación del efecto de "parpadeo" y del lento encendido tradicionalmente asociados a la iluminación fluorescente, así como un ahorro de peso de la propia lámpara.
Pero lo que no sabemos los seres humanos es que las lámparas fluorescentes contienen Mercurio, un metal pesado utilizado en forma de gas para producir radiación, que luego un polvo fluorescente convierte esta radiación en luz visible. Los tubos fluorescentes convencionales contienen entre 15 y 25 mg de esta sustancia (Mercurio).
A pesar de la reducción del contenido de Mercurio, se recomiendan por problemas de salud, en caso de la ruptura de la lámpara, salir de la habitación por 15 minutos. Las lámparas deben reciclarse con un procedimiento específico. Uno de sus inconvenientes, es que por contener pequeñas cantidades de Mercurio, estas bombillas deben reciclarse convenientemente, depositándolas en lugares adecuados y no se pueden tirar a la basura ni al reciclado de vidrio.
Respecto al proceso de recolección de los bombillos ahorradores dañados, se recomienda que las personas usen un equipo de protección (guantes, mascarillas y lentes), con el objetivo de resguardar su seguridad y las de sus familias.
Está documentado que éstos focos no sólo pueden causar migraña (la migraña puede dispararse por el efecto de la luz fluorescente), y agravar la condición de aquellos que sufran epilepsia y lupus, sino que también la Asociación Británica de Dermatólogos previene que la longitud de onda específica a la que trabajan éstos focos, el tiempo que les toma en calentar, y su titileo característico (aunque no lo veamos) pueden causar cáncer de piel en pacientes con foto sensibilidad en la piel.
Con respecto al Medio Ambiente, el uso de las lámparas y tubos fluorescentes tiene implicaciones ambientales, ya que contienen Mercurio, un potente contaminante. Cada lámpara contiene miligramos de dicho metal. A nivel mundial no hay aún leyes y disposiciones legales, respecto a qué hacer con los residuos producido por estas lámparas. De momento se realiza el almacenamiento de tubos y lámparas fluorescentes en recipientes estancos.
Pese a la falta de una normativa adecuada de tubos y lámparas fluorescentes, la utilización de los mismos es defendida por organizaciones ambientalistas, ya que su uso en lugar de la lámparas incandescentes, con el consiguiente ahorro de energía, minimiza la emisión de gases de “Efecto Invernadero” y contaminantes por parte de las plantas de generación de energía termoeléctrica.
Cabe anotar que este tipo de luz, que es difusa, no es aconsejable para la lectura (lo que incluye las tareas o trabajos escolares) u otro tipo de trabajos "finos" debido a que impide una apropiada fijación de la vista sobre el objeto. El efecto difuso de la luz fluorescente hace que los contornos de elementos mínimos o finos tiendan a desaparecer impidiendo su enfoque adecuado, lo cual genera fatiga visual que podría ocasionar malestar y un rendimiento deficiente en la labor emprendida.
Para evitar estas circunstancias adversas es aconsejable utilizar, para la lectura y labores similares, bombillas o focos de luz de tungsteno que resultan ser los más apropiados para estos efectos.
Las lámparas halógenas también emiten radiación ultravioleta que es filtrada por la ampolla de cuarzo que las conforma. Se recomienda comprar lámparas y tubos de calidad y a ser posible de marcas conocidas o fiables.
Se debe tener en cuenta que este tipo de lámparas (fluorescentes) son consideradas residuos peligrosos debido a su contenido de vapor de mercurio, por lo cual se debe disponer adecuadamente para evitar efectos ambientales negativos.
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